Evolución psíquica normal del infante


  El psiquismo del recién nacido en su contacto con el mundo ofrece algunas características que determinará en proporción importante su futuro:

  1. una organización psicoafectiva con un perfil singular desde el inicio
  2. la capacidad necesaria para una dependencia prácticamente total de su madre
  3. su sistema neuropsíquico no ha completado aún su desarrollo y necesita del estímulo físico y humano que active su potencial evolutivo.
  4. Estas circunstancias hacen que el vínculo entre el niño y su madre se privilegie como la condición necesaria para el desarrollo
  5. La madre o su sustituto, asistida por el padre, se constituye en el mediador selectivo entre el niño y el ambiente.
  6. El rol de los padres deberá ir evolucionando, en la constitución de la simbiosis inicial, hacia la generosidad, que permita al niño el logro de la paulatina individuación, acompañándolo en el camino hacia la autonomía y afianzamiento de su identidad y la capacidad para el ejercicio de plenitud y libertad personal.


La estructura familiar en cuanto al ambiente la forma y estilo de adaptación  dependerán del interjuego que se dé entre sus recursos constitucionales, psíquicos y biológicos, y los vínculos con los objetos que el medio externo aporta (la familia más próxima) y entre estos dos a modo de constante, los sucesos infantiles.
Poniendo el acento en el vínculo entre el niño y fundamentalmente, su madre, éste establece a través de los sucesivos encuentros del cuidado maternal, pronto a resolver los estados de tensión y necesidades, tanto físicas como emocionales. Allí el clima afectivo aportado por la madre, su capacidad para soportar la angustia y de calmar y dar consuelo, guiados por una correcta capacidad empática, hacen que el niño se sienta bueno, querido y aceptado tal cual es, pudiendo incorporar en sí mismo los patrones de capacidad de cuidado y tolerancia a la angustia y la espera. La madre mediante sus cuidados, trata de comprender sus necesidades, estos cuidados despiertan la vida psíquica del niño y estimulan la relación afectiva y el contacto con la realidad.

Es a partir de estos cuidados que se despierta en el niño el sentimiento de confianza necesario que genera la autoestima, y aporta los modelos de conducta que sustentan el cuidado de sí mismo y la modulación y tolerancia de la ansiedad y la espera. Esto no significa que se deba satisfacer todas sus demandas con la premura que el pequeño exige comprender al niño significa algo distinto.

La frustración es un componente necesario implícito en un desarrollo normal y  el evitarla a toda costa trastornaría el equilibrio del crecimiento. Esta  debe realizarse en el marco del amor, aportando los límites y marcando los rumbos determinados por las profundas necesidades del niño, y no por la comodidad o la violencia del padre que la provoca. La frustración ejercida de este modo y con esta intención acorde a la necesidad del niño constituye la “frustración óptima”  aquella que produce las decepciones necesarias pero no traumáticas y permite.
Esta situación promueve la formación de las estructuras del aparato psíquico, responsables del control de los impulsos y potenciadora de la fuerza del Yo, a favor de satisfacciones posteriores más seguras y adecuadas posibilitando la tolerancia a frustraciones mayores en cantidad y duración.

El niño que logra crecer sanamente es  aquel cuya madre es capaz de proporcionarle respuestas empáticas óptimas a sus deseos y necesidades psicológicas, esto le permite establecer funciones empáticas transitorias con ella, pudiendo experimentar estados afectivos como si fueran propios. Este es el origen de la capacidad de empatía consigo mismo y con los demás.
Esto trae consigo la fortaleza, expresada en la capacidad de sobreponerse a las urgencias y ansiedades que la espera para la satisfacción despiertan, condición que los pacientes adictos no han podido lograr.
Todos estos factores contribuyen a una discriminación de la realidad, otorgándole estabilidad y haciéndolo independiente para  que pueda ir paulatinamente modificando la exigencia de “perfección absoluta del objeto.”


BIBLIOGRAFIA


1. Musacchio de Zan, Amelia, “Drogadicción” Paidós. Buenos Aires. 1996

2. García Hoz, Victor, “Familia, sexo, droga” Rialp. 1976

3. Dupont, Robert, “Drogas de entrada: una guía para la familia” Prisma. México

4. Coleman, Vernon, “Adictos y adicciones: causas, consecuencias y soluciones
                      Grijalbo, Barcelona, 1998





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