¿Qué se entiende de la adicción como síntoma desde el psicoanálisis?

Habitualmente, la adicción se la entiende  como un hábito del que el sujeto no puede desligarse con facilidad debido al hábito que ha creado la sustancia (droga, alcohol) en el organismo del individuo. Dependencia que es física y psíquica a una sustancia, por lo que: <>. [1]De ahí que se trate de hacer que la persona adicta deje estas sustancias por medio de terapias grupales que tratan de destruir el hábito apelando al Yo del individuo, la fuerza de voluntad, la alienación en el significante “Soy alcohólico” y una nueva dependencia al  grupo como salida a la adicción.

Bajo la perspectiva del psicoanálisis, las cosas serían totalmente diferentes pues  el ser  adicto implica saber que éste es alguien que ha  operado un corte con respecto del Otro y de su deseo, hay un  rechazo absoluto de la alienación significante del Otro, rechazo a través de estas sustancias (drogas, alcohol ) que aniquilan el “pienso” en beneficio de un “soy”. Al parecer el drogadicto o toxicómano intenta apartarse del Otro, de su demanda, de la conciliación de los deseos (visto desde una estructura neurótica), por medio de este consumo, aclarando más: <>. [2]El sujeto se asegura la identificación “toxicómano” que lo resguarda de ese encuentro con el deseo del Otro y las consecuencias que serían: la angustia o el síntoma. Es decir, que el adicto utiliza este objeto droga para evitar el síntoma o la angustia que le viene de esa relación con el Otro y su deseo.

Los significantes <> y <> son puros significantes con los que nombrar una práctica, no sólo de consumo, sino que, en el peor de los casos consume al sujeto; es un decir común para rehuir de la pregunta por el ser. El sujeto establece un goce monocorde, el de la droga, en relación a otro supuestamente completo. Pero de esto debemos de dejar en claro que el  uso de las drogas constituye una “conducta” y no una estructura clínica, pues el uso de la drogas puede darse en neuróticos, psicóticos y perversos, que le dan un significado diferente al uso de las drogas. Para el psicótico, este uso, puede funcionar a modo de “suplencia” de estabilización, limita el goce invasor; mientras que para el perverso, este se hace por el consumo, instrumento del goce del Otro para convocar allí mismo su angustia, la del Otro (familia, lo social, en lo institucional).
El uso de la droga entonces difiere, hay una diversidad, según la articulación a una posición del sujeto en la estructura, pero también según la posición del sujeto en cuanto a su ser sexuado, el ser-para-el-sexo se neutraliza con el significante “drogadicto”; del lado masculino la droga pasa a ser una respuesta que obstaculiza las posibles preguntas del sujeto, del lado femenino hay un frecuente rechazo a alojarse bajo el significante “toxicómano”, se sustrae a cualquier significante que designe su ser.
La droga es un sustituto de la sexualidad misma, permite al sujeto sustraerse de la falta en ser, se enmascara o sustituye el deseo inconsciente por un objeto <>. [3]
Lo que un trabajo de análisis pretendería con estos sujetos es reconducirlo a su cuestión de sujeto, que es previa a la respuesta del adicto por el uso de la droga.  La toxicomanía no es ,pues, un síntoma en el sentido psicoanalítico del término. Al contrario, dice Guilañá  <>. 






Lo que se evidencia en las adicciones, son pasajes al acto, radicales separaciones frente al Otro, que no pasan por una puesta en escena, que no pasan por una llamada al Otro, hacen un corte frente al Otro no se enfrentan al deseo de éste y lo sustituyen por el uso de la droga. Se encuentra el circuito de la pulsión, la exacerbación de un goce que exige siempre más, que escapa al control del sujeto.
Lo que busca el adicto con esta conducta es la inmediata ganancia de placer y la independencia del mundo exterior que le otorga la sustancia. Estas sustancias: <>. [4]
La droga afecta la subjetividad en tanto que el sujeto no reconoce en su adicción un sentido, siendo éste uno de los mayores puntos de dificultad en el análisis con los adictos, como desplazar el discurso de la abstinencia o del consumo para que esta adicción o esta relación con la droga se incluya en una subjetivización, como incorporarla en la historia del sujeto, para que tenga un valor de metáfora en éste y de está manera sea una significación a descifrar.
Cabe decir que la adicción o toxicomanía es una elección del sujeto para obturar su falta, contra la división, denominada castración.
Dependiendo del caso, lo común sería que la droga se muestra como viniendo a tapar algo de la fractura subjetiva  de este sujeto que en otros casos hubiera llevado a la elaboración de un síntoma o a una  producción delirante.

 Nota: esto es un análisis basado en el Psicoanálisis, entiendo que otras corrientes tengan diferentes enfoques respecto a las adicciones





[1] Paskvan, Estela: “Toxicomanías: De la monotonía a la diversidad”. Revista Freudiana No. 12
[2] Vicario, Purificación y otros: “Toxicomanía y pathos del discurso”. Revista Freudiana No. 12
[3] Braunstein, Néstor: “A-dicción al  goce”. 
[4] Guilañá, Elvira: “Psicosis y toxicomanías: ¿Patologías duales?”.


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