Cuando un amor se va...

Artículo publicado en Diario Expreso, Revista Semana del Domingo 17 de Febrero de 2013, en el que brindo mi opinión sobre el tema de la viudez y como enfrentar el duelo, nuevamente gracias a Diario Expreso por la oportunidad.

Link de Diario Expreso: http://www.semana.ec/ediciones/2013/02/17/psicologia/psicologia/cuando-un-amor-se-va/


CUANDO UN AMOR SE VA...

‘Hasta que la muerte los separe’. ¿qué pasa cuando la frase se vuelve realidad y debe enfrentar el duelo y la viudez?


Nadia Zamora 
zamoran@granasa.com.ec
“Las lágrimas no paraban de correr por las mejillas de mi madre cuando murió papá”, cuenta Rosalía Freire. “Yo la escuchaba sollozar por las noches y en las mañanas servía el desayuno con los ojos hinchados, esto duró varios meses; a veces creía iba a desfallecer, pero creo que no se derrumbó porque tenía hijos menores que la obligaban a levantarse cada día. Aún así, luego de 18 años, sé que mamá nunca superó que su amor se haya ido para siempre”.
Al respecto, la psicóloga, Cecilia Chávez Bowen, recuerda que el duelo es una situación extremadamente dolorosa. “Cada persona la enfrenta de modo diferente, de acuerdo con el tipo de relación que llevó con quien falleció. Al enfrentar la viudez, la persona siente tristeza, ira, culpa, sensación de abandono, soledad, miedo y, a diferencia de un rompimiento, no queda esperanza de poder volver a estar juntos”.
La primera etapa que se vive cuando se pierde al ser amado es la negación, pero la más compleja es la segunda etapa, señala la psicóloga Gina Fabre; durante este período “hay un enfado contra uno mismo, surgen sentimientos de culpa por no haber sabido cuidar al ser querido o no haberse dado el tiempo de demostrarle que lo quería. También puede haber enojo contra otras personas o contra la misma persona fallecida por abandonarnos e incluso contra Dios”.
Por lo general, esta etapa las personas prefieren vivirla a solas, pues hay muchos sentimientos de confusión, llanto, tristeza, depresión, malestar físico. Se avizora un futuro sin sentido.
Pero este dolor no dura para siempre, uno de los descubrimientos más importantes de los últimos años es que para la mayoría de las personas, el duelo es una aflicción intensa pero de duración limitada, no es un estado permanente.
En un estudio realizado en hombres y mujeres mayores que perdieron al cónyuge, George A. Bonanno, psicólogo clínico de Teachers College, Columbia University, halló que para el 50% de los encuestados, los síntomas centrales del duelo -ansiedad, depresión, shock, pensamientos insistentes- habían desaparecido seis meses después del fallecimiento. A grupos más pequeños les tomó hasta 18 meses o tres años reanudar su funcionamiento normal. La pérdida es para siempre, pero no así el duelo.
Aunque el duelo acaba, no se va el sentimiento que se tenía por su pareja. Freire afirma que su mamá en varias ocasiones le ha dicho que sigue amando a su padre, a pesar de que luego de varios años de soledad pudo rehacer su vida y tiene una nueva pareja.
Para la terapista Fabre el amor y los buenos recuerdos hacia la pareja muer-ta pueden continuar, lo esperado es que con la aceptación de la muerte física, la persona continúe con su vida, lo claro es que no la olvidará nunca.
Si quien enviudó es joven, necesitará luego del duelo, sentirse ‘autorizada’ para iniciar otra relación de pareja, lo que es más sano que dedicar su vida a un recuerdo, indica Chávez. “A veces la persona que enviuda, siente que traiciona a quien falleció, o que sus hijos no la perdonarán, pero la soledad no es buena opción”, advierte.
Toma más tiempo retomar una vida en pareja cuando el vacío se debe a la muerte del ser amado y no a un rompimiento, esto puede ser de 2 a 5 años, expresa Fabre. Hay investigaciones que indican que los hombres rehacen su vida más rápido que las mujeres. “Los viudos a los dos años y medio o tres han conseguido una nueva pareja. En las mujeres, existen variables como la edad. Las mayores no sienten la necesidad de retomar una vida en pareja y prefieren la soledad. A las jóvenes les cuesta un tiempo más, por los recuerdos que pueda tener de su relación, y por el hecho de sentirse juzgada por familiares”, comenta la experta.
Aunque los hombres quizás rehagan su vida más rápido que las mujeres, existen estudios como el publicado en 2001 por los psicólogos de la Universidad de Utrecht, Holanda, que confirman que los viudos tienen una incidencia más alta de enfermedades mentales y físicas, discapacidades, muerte y suicidio, que las viudas.
La viudez en la tercera edad
Pero, si el estado de viudez se da en la tercera edad, es más duro, porque hay una vida entera compartida con el cónyuge, una rutina diaria que cuesta cambiar, que recuerda a la pareja permanentemente y, a veces, la persona que queda sola no sabe qué hacer, recalca Chávez.
La familia debe ayudar en el proceso dejando que la persona exprese sus sentimientos, incentivando a que realice nuevas actividades, diciéndole que la aman y necesitan, pues para el adulto mayor esta situación los enfrenta con la posibilidad de su propia muerte.


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