Postura del cuerpo y relajación




Es vital estar consciente del cuerpo mientras meditamos, porque es parte integral del proceso de la meditación.
Empieza por hacerte consciente de los pies, de tus piernas, muslos, caderas, espalda, hombros, brazos, manos, nuca, cabez y cara. Cada vez que tomes conciencia de alguna parte del cuerpo, suavizala, relajala, mientras más consciente estés mejor te relajarás.

Pon especial atención a estas partes del cuerpo, donde suele acumularse tensión: Después de recorrer tu cuerpo, toma conciencia de él en su totalidad. Luego, lleva la atención al corazón y a la respiración y siente cómo el abdomen se mueve, tranquila y ritmicamente, cada vez que inhalas y exhalas, porque la atención consciente a la respiración tiene el propósito de calmar la mente y concentrarla.
Permite que la respiración fluya de manera natural y sencillamente somos conscientes de ella. No controlamos la respiración, regresamos la atención a la respiración, una y otra vez. Así, poco a poco, la mente se va aquietando.
Al hacer esto nos ayuda a tener más armonía en nuestro contacto con los demás, de modo que tengamos menos conflictos, resolvamos dificultades y profundicemos en nuestras relaciones con la gente que convivimos, a tener más empatía, a ser más considerados, amables.

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