El psicólogo es un profesional que dispone
de conocimientos y práctica suficientes como para poder abordar una situación
humana- cualquiera que sea- desde un nivel de análisis psicológico a fin de
investigarla, comprenderla, explicarla y eventualmente modificarla, mediante
recursos psicológicos (terapias de distinta índole que utilizará de acuerdo a su conocimiento).
Esto quiere
decir, que, dentro de una institución o ante una consulta determinada –una depresión, ansiedad, etc- el psicólogo actúa
para tratar de modificar esta situación mediante los conocimientos de los que
dispone.
El psicólogo
clínico es alguien específicamente entrenado en el manejo de la información
psicológica mediante el método clínico, lo cual lo capacita para incluirse en
la situación de un campo de relaciones humanas, desde donde puede detectar los
puntos de urgencia de dicha situación, que le permiten diagnosticar la acción
crítica y resolverla posibilitando el cambio más adecuado.
Para hacer esto
el psicólogo cuenta con una actitud clínica por la que se entiende:
a) La
de aquel profesional para quien la situación que enfrenta puede encararse como
una situación humana específica, peculiar, y no como un “caso” de tal o cual
tipo o un “cuadro” de “x” características
b) La
de un profesional con capacidad de decisión, es decir que posee autonomía
suficiente como para ver, pensar y actuar ante una situación dada.
c) También
forma parte de una actitud psicológica el respeto por el otro como persona. El
psicólogo debe facilitar en quien o quienes solicitan sus servicios el
ejercicio de la propia autonomía para decidir por sí mismo.
d) Se
incluye la posibilidad de reconocer sus
propios límites personales, admitiendo la necesidad de una capacitación
constante y la revisión sistemática de los propios puntos de vista.
e) El
psicólogo clínico debe ser capaz de comprender a su paciente.
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